Os confieso que a los diez minutos de película, ya me estaba preguntando si el nivel de Confessions fuera a ser así, estaba ante la película del año. Estábamos ante la película indiscutible del 2011. Veinte minutos después de mi pregunta, es decir, a la media hora del comienzo del trabajo de Tetsuya Nakashima. Yo estaba sin respiración, alucinado, con una concentración máxima, ese ahogo sufrido ante tal espectáculo, me había dejado una sonrisa más grande que la del malvado Joker. Hablé sólo (como los locos) por momentos. En serio, no daba crédito a una introducción de treinta minutos (¿dónde se ha visto eso?), tan intensos, sobresalientes en cada uno de los campos en los que se debe de dividir una película. No esperaba ser sorprendido de esta manera, pillado en calzoncillos totalmente. Estaba perplejo y feliz.
Nakashima se emplea a fondo y nos desmenuza un enorme pez, como si se tratara del mejor pescatero de todo Japón. Todo en mil trocitos, saneados, arreglados y puestos para nuestro apetitoso paladar que no dejará de degustar una impecable narración y una sublime dirección. Por no hablar de la banda sonora, mis queridos Boris y donde también podemos oir Radiohead, o de las majestuosas interpretaciones. En fin, no quiero repetirme diciendo que la película es casi perfecta por donde la metas al reproductor (suerte quien la haya visto en pantalla grande). Por demostrarnos una vez más, que el cine de Oriente es la mejor opción para disfrutar con el séptimo arte actualmente y salvando algunas producciones estadounidenses y de otros países. Os hablo de un nivel descomunal cuando nos referimos a Japón, Corea y Hong-Kong, por nombrar tres países.
¿Y de que va Confessions? Pues va del último día de clase en un instituto cualquiera de Japón. Donde una profesora se despide de sus alumnos y, además de anunciarles que deja la escuela, les confesará que su hija de cuatro años que, aparentemente, murió ahogada en la piscina de la escuela, fue en realidad asesinada por dos estudiantes de esa misma clase. También les hace saber que ya ha puesto en marcha su venganza contra ellos.
Y ya no encontramos nuevamente con otra historia de venganza, de odio y (esta vez con una sorprendente y fría tranquilidad) con ganas de ver a los asesinos, en el camino de la redención. Sabiendo en este caso la profesora, que sus alumnos son menores de edad y que en Japón hasta los catorce, estarán exentos de cualquier crimen. Pero no es problema para Moriguchi (la profesora), ni para nosotros que estamos abducidos. Moriguchi ha planeado el plan perfecto, ha ideado la venganza inmejorable que sorprenderá, incluso, al propio espectador.
Al finalizar lo que podríamos titular, “la introducción destroza corazones”. Comenzará entonces el proceso, la continuación, el desarrollo de la película y a falta de su epílogo. La degustación lenta y sabrosa de un cine mayúsculo, expuesto con flashbacks, cámaras lentas, sangre y violencia, diálogos perfectos, una música opresiva, ya que es acompañada de secuencias amargas de pasar (aunque lo paladeemos con ansias y le saquemos sabor, incluso). Y con todo esto y metido con una maestría insuperable entre el guión, el testimonio de tres de los protagonistas ante este suceso y que sirve de lanzadera para llevarnos hasta su final. Donde Moriguchi nos pondrá a cada uno en su sitio. Nos dejará helados y sin posibilidad de volver atrás o boquiabiertos derramando baba sin parar.
Tetsuya Nakashima puede morir en paz o hacer lo que le venga en gana, porque su Confession(s), nos vale para todos. Nakashima ha conseguido levantarte la piel, meterse en tu cerebro, experimentar con él y enseñarte el lado más oscuro del humano. Hemos sido testigos equitativamente, del amor y odio hacia las personas.
Trailer
2 comentarios:
Jo, pues habrá que verla.... me has dejado con las ganas.
Si, Sombra. Todo un espectáculo visual y narrativo, alucinante. Una dirección y un montaje enconmiable.
No te la pierdas por nada en el mundo.
Saludos y muchas gracias por escribir.
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