jueves, 28 de abril de 2011

Enjaezar enjaezar... enjaeza cada uno como sabe y le da la gana

 Breve Introducción a las Fiestas Caravaqueñas


La Fiesta de los Caballos del Vino es un festejo "Único, insólito y pasional" como definió el escritor Don Pedro Ballester Lorca en uno de sus libros y se festejan el 2 de mayo.


Los Caballos del Vino, junto a Moros y Cristianos, forman las Fiestas de Caravaca de la Cruz que se celebran del 1 al 5 de mayo en honor a la patrona de la localidad, la Stma. y Vera Cruz de Caravaca.
A los Caballos del Vino, Rafael Pi Belda.


Los Caballos del Vino de Caravaca de la Cruz, el día dos de mayo se hacen con las calles de la ciudad, con sus esplendidos mantos bordados en seda y oro (añado yo mismo: y grandes diseños), y la espectacular carrera de los Caballos del Vino en la cuesta del castillo.


Los Caballos del Vino irrumpen estrepitosa y anualmente en la primavera de Caravaca, el día 2 de mayo, abriendo de par en par las puertas de la Fiesta Mayor que todos los años se dedica a la Stma. Cruz en Caravaca, particular rincón del Noroeste Murciano. Un alarde de fantasía y simbolismo. Se da culto a la fuerza, al valor, a la belleza y a los sentidos. Los orígenes de la fiesta se pierden en la nebulosa del tiempo fundiéndose entre la historia y la leyenda. Según la tradición popular, estando sitiada la fortaleza templaría de Caravaca por los moros granadinos, hacia 1250, y necesitando los moradores de la misma agua para abastecerse, ya que los algibes estaban exhaustos, un grupo de valerosos caballeros templarios atravesaron el sitio musulmán, con el consiguiente riesgo que ello entrañaba, y cargando pellejos de vino a lomo de sus corceles, al no poder conseguir agua, en el Campillo de los Caballeros, volvieron de nuevo, en veloz y espectacular carrera, a burlar el cerco enemigo para llevar el líquido elemento al defensor del Castillo, donde ya se guardaba, desde 1231, la Reliquia de la Stma. Cruz. Al llegar fueron recibidos con el consiguiente alborozo, ofreciendo y ataviando las mujeres a los mozos y a los caballos con ricos mantos bordados y ramilletes de flores, considerándolos, de esta forma, héroes y salvadores de la situación. Desde la Edad Media, con más o menos esplendor, según las épocas, se viene celebrando anualmente la efeméride. Sin embargo es en el S. XVIII, durante pleno Barroco, es cuando la fiesta comienza a configurarse como tal, y durante el Romanticismo Decimónico cuando alcanza la estructura lúdica que hoy tiene.


El Festejo tiene lugar durante la mañana de cada Dos de Mayo, víspera de la fiesta de la Cruz, fecha en que Caravaca se convierte en la capital de la alegría, de la belleza y de la participación festera. Los caballos del Vino comienzan de madrugada con el lavado y enjaezamiento del caballo, en más de cuarenta lugares diferentes de la ciudad. Pocos espectadores, lo más vinculados a las peñas o familia, tienen el privilegio de asistir a la ceremonia. Con las primeras luces matinales el grupo (formado por el caballo y cuatro caballistas), se dispone a reconocer las calles que pocas horas después constituirán el escenario del espectáculo. Veloces carreras y solemnes presencias comienzan a conseguir adeptos que ya no abandonarán a la peña en todo el discurrir del festejo.

Breve relato de como enjaezar (vestir) un caballo para el dos de Mayo


Cuando aún no has recogido tu polvorienta alma, aturdida, emocionada, bebida y destrozada por el día uno, decides en plena madrugada ducharte en vez de acostarte, abrigarte e irte a la cuadra a vestir el caballo de tu peña. De dormir ya tendrá uno tiempo cuando muera. Es más, el ritual de enjaezar un caballo para el día dos de Mayo, es toda una experiencia emocional al alcance de todos, pero no seleccionada por muchos. Yo mismo, pasé un tiempo de todo y todos, pero vi que estar lejos de ese frío primaveral (a las cuatro de la mañana), esa olor a caballo, la luz que desprende la ropa que has preparado para tal día, la torta, el chocolate, las risas, nervios, el sol y sombra, alguna que otra paloma y la traca de las siete, te hacen recapacitar y decir, esto es una vez al año y mi corazón se rompe en pedazos con cada cohete. La cuadra se llena de lágrimas, de esperanza y de ilusión, de muchos nervios y emoción. Es lo que tiene ser peñista y amar una peña antes de que saliera a la calle por primera, incluso.

El enjaezamiento consta de once piezas (normalmente) visibles al público que son diseñadas y bordadas por personas “humanas” entregadas en cuerpo y espíritu y con mucho tesón durante ocho meses la que más. Brión o pieza que se le coloca en la cabeza. Crineras, que cubren la zona del cuello del caballo. Pecho pretal, que va donde su mismo nombre indica y las dos mantas, una a cada lado del lomo del caballo. Casi terminando, en la parte trasera veremos las culeras o atarres, cuyos nombres también indican dónde irán colocadas. La penúltima pieza se denomina culata, es de las más pequeñas del manto y va colocada en la parte superior del trasero. Y por fin, como colofón final, las dos tobilleras, que creo que no hace falta detallar dónde deben ponerse.



Y conocidas las piezas que llevará esta mañana el animal (sé e imagino, que la mayoría de ustedes tienen esto más que aprendido, pero pijo, me lo han pedido). Nos lanzaremos con la principal pieza y una de las que no se ve. La jarma, que se puede entender como el “armazón” donde irán la mayoría de piezas sujetas, principalmente, las mantas y el pecho. Mientras se coloca la jarma y la cincha (correa que atraviesa la jarma para dejarla bien sujeta al caballo), un compañero irá haciendo el atacolas. El atacolas es la forma de trenzar la cola del caballo, para posteriormente, envolverla en algodón y adornarla con las bolas o madroños de lana de colores. Hecho esto, lo que sigue es todo un rito, un momento lleno de silencio, emoción y concentración. Puesto este armazón, supongo e imagino ahora yo, que cada uno vestirá en el orden que mejor vea, su caballo.

Armados de tijeras, hilo, algodón, cintas y en resumidas cuentas, una caja con todo lo necesario para toda esta labor, los encargados de vestir al caballo suelen ser los principales protagonistas de la temprana mañana del día dos que, incluso, a veces se retrasan hasta las nueve de la mañana. Hora límite, ya que está el Señor don gato, no pijo, eso era una canción. El señor cura, diciendo unas cositas importantes y de una trascendencia vital para todos los caballistas de Caravaca.

Lo que suceda a partir de las nueve de la mañana, es mejor dejarlo archivado en la historia caravaqueña, ya se encarga Paco de eso. Lo mejor, es disfrutar de uno de los días más auténticos, coloridos, salvajes, peligrosos, largos, emocionantes, folkloricos y únicos que tiene el año y el planeta. La subida a la Basílica/Santuario –mira que tener ahora dos nombre para la misma cosa- es una lucha constante contra las adversidades físicas, psíquicas y gástricas de uno/una todo el día, donde unos buscan la gloria y otros, ser glorificados.

Reflexión final
Pero este año, de crisis absoluta y total, de recortes hasta en el papel para limpiarse el culete. No sé por donde saldrá el sol, que valor tiene a mostrarse menos horas incluso, por si no tenemos, ni para agradecerselo. Caravaca se llenará, bueno, se llenaba de luces y color, porque han recortado el presupuesto para iluminación y posiblemente, salgamos con una vela a nuestro balcón.

La crísis pasa factura, pero lo tengo comprobado, qué solamente a los que no son de la casa mayor. Ya qué estos, se ocupan de sus bolsillos, llenos tener. Es triste, vergonzoso y penoso. La culpa?, del pueblo, pero ahora, disfrutemos de estos hermosos días que se nos vienen encima de momento.

Venir a Caravaca de la Cruz y disfrutar de estos días, porque es otra viviencia para tu vida.

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