miércoles, 27 de abril de 2011

PRIMAVERA SIN CLAVELES


LA REVOLUCION DE LOS CLAVELES EN PORTUGAL
Jose Sanchez Cervello



Esta semana, leyendo la prensa y las ultimas noticias de revoluciones y muertos por todo el mundo, no dejo de acordarme de otro 25 de abril, pero de 1974. Fue este un alzamiento militar incruento que puso fin en Portugal al régimen dictatorial conocido como 'Estado novo', fundado en 1932 por António de Oliveira Salazar.
La llamada 'revolución de los claveles' fue auspiciada por militares que habían combatido a los independentistas en suelo africano, agrupados en el llamado Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA). A diferencia de nuestra querida España, por entonces en las postrimerías del franquismo, el Ejército luso contaba en sus filas con un nutrido grupo de oficiales de ideología izquierdista: el papel de éstos fue decisivo para derribar al Gobierno de Marcelo Caetano, que había sucedido en 1968 a un anciano Salazar incapacitado por un accidente.

Las condiciones señaladas por Lenin y Trotsky para el desarrollo de la revolución existían meses antes de la caída del régimen. Las huelgas de masas — a pesar de ser ilegales — del proletariado, especialmente en Lisboa. El malestar de los campesinos y la pequeña burguesía. Agitaciones estudiantiles y el intento de la clase gobernante de salvarse con "reformas" sin sentido que agravaban aún más la situación.

Todas las condiciones para una explosión estaban madurando. Pero la peculiaridad de la revolución portuguesa, lo que indica la madurez e incluso exceso de madurez del capitalismo para la revolución — revelándose primero en sus eslabones más débiles — fue que en sus primeras etapas estuvo dirigida por oficiales de bajo o medio escalafón, y lo más significativo, de todos los sectores de las fuerzas armadas: tierra, mar y aire.
Es cierto que en la Península Ibérica existe una tradición de golpes de estado llevados a cabo en diversos momentos y por los diferentes sectores de las fuerzas armadas, republicanos y monárquicos reaccionarios. Pero una de las diferencias es que debido a la presión de las contradicciones engendradas durante dos generaciones de fascismo y la invencible guerra colonial, la mayor parte de los oficiales se habían posicionado contra el régimen.

El descontento explosivo y el deseo de encontrar una salida — evidenciando la división en el seno de la débil clase dominante — se manifestaron en el libro de Spínola en el que defendía una forma peculiar de Federación Lusitana con las colonias, en realidad una forma distinta de mover la baraja pero con el control firme en manos portuguesas. La negativa a hacer la más mínima concesión — ni siquiera destituir de sus puestos a Spínola y Costa Gómez — y la ciega obstinación del régimen ayudaron a precipitar la conspiración: se formó el MFA (Movimiento de las Fuerzas Armadas).
Al frente se encontraron el general Antonio Spínola y la promesa de la democracia. Miles de portugueses llenaron las calles de Lisboa la mañana después del golpe para celebrar con claveles blancos y rojos.
Spínola era un liberador poco común. Había luchado al lado de Franco en los años treinta, se había entrenado con las Fuerzas Armadas de Hitler en los cuarenta y se hizo famoso por reprimir alzamientos en las colonias africanas de Portugal en los años sesenta. Como gobernador de Guinea-Bissau (entonces la Guinea portuguesa) desde 1968, Spínola se dio cuenta de que Portugal no podía ganar sus guerras coloniales. En 1974, Spínola era partidario de la independencia de las colonias. Su postura tocó la fibra popular y los conspiradores del golpe lo obligaron a ser su lider.
Resultó que Spínola no estuvo a la altura de su revolución: Portugal quería librarse de décadas de represión de la noche a la mañana, y el general era «demasiado pesimista, demasiado rígido y demasiado triste», según un colega más joven. Dimitió seis meses después de tomar posesión del cargo.

La canción "Grandola Vila Morena", cuya emisión de madrugada en una cadena de radio dio la señal para la sublevación en los cuarteles, fue uno de los símbolos de la revolución portuguesa de 1974; al igual que los claveles rojos con que la población de Lisboa obsequió a los militares salidos a las calles. Esa primavera, todos los focos del mundo apuntaron a la experiencia lusa, que se rodeó de un halo romantico que aun hoy sigue conservando.

La presente obra, utilizando sobre todo fuentes de primera mano, como entrevistas a los protagonistas y archivos particulares, analiza las causas del descontento castrense, especialmente por el cansancio de una guerra colonial desde hacía 13 años y para la que no había una solución militar. Explica, también, la organización de la conspiración, el derribo de la dictadura y el original proceso político que abrió, así como su progresiva reconducción en parámetros occidentales.



Nº páginas: 80 pags
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788476352571
Nº Edición:1ª
Año de edición:1997
Plaza edición: MADRID

1 comentario:

davidgore dijo...

Y en españa, habrá algún día alguna revolución, que marque de verdad, un antes y un después en la vida de este país?. No sólo los cuarenta años de franquismo, que me parece algo demasiado fuerte el haberlos vivido este país. Para cuándo?, un momento decisivo en el que nos tiremos a las calles a reivindicarnos de verdad, por nuestros derechos, que cada vez son menos.

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