A que te dedicas los viernes por la noche?. Hay varias posibilidades, aunque no sean precisamente las que yo nombre la tuya especialmente, digo yo. Y no sé no sé, de verdad, si voy a poder arrimarme mucho más al ordenador en otras ocasiones, porque lo vivido ese viernes -ya que hay un viernes en concreto-, no tiene nombre. Da por sudar solo de pensarlo. Si quiero volver a escribir, será mucho antes de ser absorbido.
Terminas tu jornada de viernes, te vas un rato de cervezas y a la ducha rápidamente para ir de cena y continuar con las copas. O, terminas la jornada, te vas de cervezas, picas un poco de alguna tapa y continúas de copas. Te haces con droga (dos renglones más arriba, después de ducharte, también puedes pillar droga), blanda o dura. Te dedicas a beber y consumir hasta fallecer. Bebes, bailas e intentas ligarte a alguna chica. Te quedas apoyado en la barra del pub, bebiendo, intentando hablar con el de al lado (se supone que tu amigo o amiga o posiblemente, un perdido como tú. Un desconocido, vamos), dices de vez en cuando alguna barbaridad y pierdes los ojos mirando a las chicas que por allí andan. También y según el grado de drogadicción o alcoholismo que tengas, es posible que solo te dediques a meterte o beber, sin importarte nada más.
Terminas tu jornada de viernes, te duchas, cenas (sin tener que haberlo hecho, porque estás gordo), te sientas frente al pc; escribes, escuchas tu música (la que te gusta se entiende, a no ser que seas músico de verdad y también escuches esta), sigues escribiendo, pensando, queriendo, amando, deseando (de que lleguen las once y pico más o menos) y, empiezas a ponerte nervioso y no deberías, ya es un mes prácticamente. Escriben al móvil, lo coges, ves la señal y el toque de queda sabes que está declarado, cosa importante de no olvidar, pero arreas de tu casa como un flechín. Ascensor…garaje…coche…calle…aparcamiento, el dichoso móvil se reinicia. Te sientas en el pollo de la entrada mientras tanto -increíble los caprichos de la tecnología-, termina el proceso, toque y corriendo sigilosamente hacia arriba como si de un cometa se tratara (el 1P/Halley, mismamente). Rápido y fugaz, sin dejar la más mínima pista que pueda confundir y/o alterar al mundo. Esquivando a loba coja que dejo tras de mi, buscando ella por la mirilla y lo que el ángulo le permite, alguna presa que cazar y despedazar, con una terrible e insólita arma de acojonar. Un móvil.
Ahhhhhhhhhh que placer, que tranquilidad, que comodidad, que vida más bonita la que ahora toca vivir, la quiero vivir. Y la gente preocupada por la economía, cuando solo hay que pensar en el nivel de potencia al que la aspiradora te va a someter, a una exigencia máxima con la que deberás de enfrentarte en cuestión de minutos. Todo está preparado hace rato.
Sofá, besos, abrazos, caricias, suaves palabras y un té, mmmmmmmmmm!! Se calienta el interior intestinal por el té y se calienta la piel por la chica de al lado. Nada, no hay libreta ni apuntes que valgan, no hay apenas diálogos, solo amor y un calentón más grande que el del volcán Islandés impronunciable. Pero haciendo un breve estudio, igual de esos apretujones, achuchones y besos, sale el dichoso nombre. No sé, no está el coño para ruidos y más cuando la noche está tan avanzada. La hora golfa está en todo su esplendor. El periscopio emerge, consigue subir a la superficie rápidamente y todo, y lo único que ve (porque no hay nada más increíble) e importa es una larga y maravillosa silueta de una tremenda mujer plantada allí delante. Brutal, el objetivo del periscopio se echa a llorar, se le nubla la visión, está temblando y su crecimiento continúa. Esta mujer es asombrosa, despampanante, rizada y capaz de erizarte (espera espera, que todavía no hemos llegado al erizamiento del año).
El erizamiento del año, la visita inesperada y sin cita previa a la muerte fría y sudorosa que vives mientras ves esa luz blanca tan famosa al final del túnel. Ese dichoso brillo celestial o mental del que habla la gente que muere por unos momentos y luego logra volver. Pero por desgracia, esos que ven la luz están malamente enfermos de algo grave de verdad. Yo solo, la visité por placer, de placer, por amor y de amor. Muy diferente. Que estuviera apunto de no contarla y no poder contarla, es otro cantar.
Te alejas de la mesa; 1520, 1521, 1522, etc. Te retiras de cientos de ojos, portadas y palabras que te acosan. Dejas de ver el parpadear (ese amarillo brillante, que no llega a ser amarillo) del router o módem de debajo del televisor. El té ha bajado ya a los tobillos y tus pasos sigilosos, sin zapatillas, apenas hacen daño al piso. Avistas una luz al fondo del pasillo (la del túnel está por llegar), ya no hay más que caminar y giras a la izquierda, danger a la derecha. Te adentras en la cueva mágica, en la caverna del sexo y el amor, el desenfreno y el descontrol. Te quedas como tu madre te trajo al mundo, bueno, todo un poco más grande, y más, sabiendo que el periscopio, aunque tenga la vista nublada ante tanta belleza, está empalmado vivo.
Ahora, todo se confunde, todo se nubla, ya no es solo el visor. Todo cambia de color y esa oscuridad cavernosa se convierte en una explosión asombrosa que recuerda al mejor ácido que probaste en tu juventud, donde por entonces, era imposible lidiar con la realidad. Pero en este caso, dentro de esta cueva tan bien apañada, cómoda y amplia, lo mejor y más recomendable es dejarse llevar por los instintos más salvajes, humanos, y amplios que un ser humano puede llegar a guardar en su cabeza. Caes en la cama, besos, caricias, tocamientos ya mucho más serios, incluso, se empiezan a agarrar ciertos volúmenes que sobresalen de los cuerpos, músculos que crecen y crecen (y no solo la polla). Todo está desbordado, ya no hay marcha atrás, que pase lo que tenga que pasar, si tengo que morir de amor (en este caso de placer), que me arrastren, que me lleven muerto y empalmado al cementerio de los tontascos (palabra utilizada cuando una persona está enamorada/o), yo quiero saber y creer, que lo último que viví y disfruté, fue subir al Kilimanjaro y una vez allí, gritar de amor, te quiero.
Ese desbordamiento total, esas nauseas y paseo por el túnel llega cuando la aspiradora humana en forma de belleza, empieza a comértela. A ti te empiezan a venir las primeras sudores, uuuu, ahhhhhh, diosssssss, por favor!!, aaaaaaa, joderrrrrr, sigue, no pares (los efectos especiales). Te sujetas o coges a las sabanas, de tanto apretar, se funden en tu propia piel, pasan a formar parte de ti mismo. La sudor cae por el cuello, el pecho comienza a dolerte, la cintura dejas de sentirla, las piernas tiemblan más que el volcán impronunciable. El cuerpo es una auténtica dulzura para cualquier científico que quiera explorar e investigar los cambios corporales y sistemas nerviosos del ser humano durante una felación sin precedentes. Ahora sudas entero, boca mano, mano boca, boca mano y el kilimanjaro. El corazón ha pasado la barrera, hace tiempo, los límites que una maquina pueda detectar. Ohhh!!, la luz. Acabo de entrar en el túnel, paseo durante minutos por ese placidísimo pasillo de un blanco puro, camino hacia delante como bien puedo, ni arrastrándome consigo avanzar. Esas últimas corrientes, espasmos o vibraciones que nos dicen, hasta aquí has llegado macho. Descansa en paz.
He sufrido, he muerto de placer y he querido o podido contar que ahora, la vida si que es fantástica, única.
Nena, dame agua, estoy seco.
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