miércoles, 26 de noviembre de 2008

Interacción oído-cerebro-corazón.


A estas alturas, El bicho no necesita prácticamente presentación. Con tres magníficos trabajos a sus espaldas, cientos de recitales, a cada cual distinto y mejor, a lo largo de la geografía española e internacional, la banda liderada por Miguel Campello sigue forjando su particular escalera al cielo como la banda de ese hermoso cajón desastre que es la fusión.


El sábado 15 de noviembre, a las 21.30 horas de la noche en la Sala Gamma de Murcia, todo pintaba de gloria para disfrutar de un recital de los buenos.
El septeto saltaba al escenario y tras un comienzo instrumental con mortal invertido en medio de la tarima, sonaron "Zapatillas" y "Contigo". Dos apuestas seguras para enganchar al personal, sobretodo, al público femenino, al que en más de una ocasión, Miguel consiguió arrancarles algunos gritos.

Un crisol de personajes que combinan a la perfección con la variedad del combo alicantino-madrileño. Del flamenco al rock sinfónico, del jazz purista a la calidez del Caribe. Un repertorio lleno de desarrollos prodigiosos.



Más tarde, recurrieron a "La suite" y a una ralentizada "Parque Triana". Cuerdas, vientos y percusión realzaron la maravillosa "La azotea", mientras que los momentos cumbres de la voz fueron "De colores + 11 farolas" junto con algunas versiones.

Tras un rato de tiempos lentos inéditos, el incombustible Miguel rasgó su camiseta blanca como si de Hulk Hogan se tratase y siguió caracterizando con su baile a la interminable "Locura". Un cúmulo de sensaciones y la alegría de las notas que pululaban en el ambiente, era más que palpable.


Para finalizar, una ración de improvisaciones, en las que participaron desde el padre de Miguel al técnico de sonido que, desde mi punto de vista, convirtieron a aque recital en un encuentro cálido y familiar entre amigos.

La guinda del pastel la puso el guitarra cuando para la despedida, entonaba álgidamente los acordes de la siempre bienvenida "Entre dos aguas" de Paco de Lucía.

Sin duda alguna, y pese a que no me dieron el gusto de dar saltos kilométricos con la interpretación de "Rokipankis", volveré a verlos cada vez que se acerquen a la Región para contagiarme con un poquito de su locura.


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