lunes, 9 de abril de 2012

En la cama.



Sobre esta hora (02:00 o 03:00 de la madrugada) caigo normalmente en la cama. Es tarde para madrugar y arrastrando lo que arrastro... pero igualmente, temprano para trasnochar. No, no sé acercarme antes a las pesadas y gordas mantas de invierno que calientan mi extraño cuerpo y mi mente saturada.. No encuentro la posición, la almohada parece no quererme y todo debería ser al contrario. Ella deberìa abosorverme, pero lo ùnico que hace es escupirme.

Miro al frente y al resto de puntos cardinales. Vuelvo a arreglar la almohada, vuelvo a poner mis piernas en forma de flamenco, como cuando dicho animal se posa sobre el agua. Bebo de esa agua y me alimento, pequeños peces para el flamenco, pequeños sueños para el sonámbulo. Levanto la cabeza y vuelvo a cerrar los ojos.  Me duermo o no me duermo? Mejor seguir soñando.

Suena el tono elegido en el mòvil para despertarme. Probablemente me quedé soñando y ya era más bien tarde. Pero tarde para qué? Para no dormir? Para continuar soñando? Realmente, la cama y sus mantas, hacen falta menos para dormir, para todo lo demás. Soñar, soñar y soñar y no importa el lugar. Convertido en flamenco, o bien en un cuerpo muerto, soñar es el futuro de uno. Soñar es la riqueza de quien escribe..

Volveré a la cama y continuaré con mi sueño, que no sueño. Por lo que juntaré las horas de soñar con los supuestos momentos de dormir y me levantaré soñando con una vida lejos de aquí. Lejos de estas mantas y del silencioso somier, que lo único que hace, es guardar sueño tras sueño y no dejarme caer.

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