Si, parece más pronto de lo que suelo acostumbrar. Me pregunto si la vida empieza a acortárseme tan rápido como tu evaporización. El caso es que no tengo sueño, tampoco sé si lo tendré en minutos y así me dé tiempo a terminar esto antes de ese preciado sueño que dejé de tenerlo y que sin quererlo, cambió por algo de aspecto pesadillesco.
Escondido bajo las sábanas como cuando éramos críos, pero sin más luz que la de tecnología que soportan mis quebradas y agrietadas manos. Una luz, un palacio sabático, letras y unos codos aguantando todo mi dolor. Me detengo, pero no me paro. Recapacito y agacho la cabeza. No, no me ha entrado sueño, sólo que mi dolor me recorre de arriba a abajo.Tú siempre estás bien, por lo menos, eso muestra tu preciosa cara. No puedo, mis codos se han quebrado. He tenido que caer, descansar del susto y el golpetazo. Ahora he tomado otra nueva forma, pero el sueño, la pesadilla, lo temprano que es, mis ojos camino del oftalmólogo, tu sonrisa, mi vida, tu vida como aquellos días en Londres que estaba dentro de mí, ahora… ahora no hay nada dentro de mí, salvo tristeza, amargura y una increíble pero disimulada agonía.
Por pronto que quiera dormir, por pronto que quiera morir, está claro, que llegar, llegará, pero cuando mi vida dormida, ya jamás sepa de ti. Me pregunto entonces, si sufriré mis sueños sin ti. Si podré vivir sin dormir para intentar no sufrir ¿Qué será de mi vida sin ti? Porque de soñar, ni el pico abrir.
Levanto la cabeza hacia el techo, pero sólo hay penumbra y oscuridad, ¿qué puedes entonces realmente discurrir? Bajo hacia abajo y sólo veo la luz de las letras, sólo suena la desesperación, la muerte y el poder de la abstracción. No sé si escaparé. Seguro que vas a por mí, pero lo intentaré. Lograré escapar, conseguiré soñar. Con luz o sin ella, la muerte puede ser igual de bella. Mi casa, sin un milímetro de luz, es toda oscuridad, ya que cuando te fuiste, fue esto lo que trajiste.
Mis codos no aguantan más, no encuentro la forma de continuar. Parece mi vida igual de extrema que el día a día. No veo el camino, ni las líneas discontinuas, ni señales que me digan dónde voy y como voy. Pero no importa, no tengo sueño, podría intentarlo, pero caería en esa pesadilla de la que no logro pasar del día a día. Y ahora, que parece que voy a terminar, suena tu melodía y la vida se me llena de alegría. Lo hago para recordarte en donde tú y yo, algún día,viviríamos uno dentro del otro, parecido a lo de Londres, donde te llevaba de la mano por Oxford street y no te movías de tu asiento sin dejar de vivir por mí. Dejemos el amanecer, dejemos que esa brisa nos azote los rostros, que las cortinas rocen nuestros cuerpos y que las velas se vayan con la puesta del sol, mientras en nuestras caras, aparte del dulce olor a la noche que se adentra por nuestra habitación, como por el resto de cientos de cristales y edificios que nos rodean, serpenteando y dejando el veneno de nuestro amor, nos refresque y refleje la verdad de nuestra terraza hacia el exterior.
Pero hoy es pronto y no encuentro la razón. No sé por qué hoy es tan pronto, cuando ni duermo, ni sueño y mi mente no deja de decirme basta.
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