Madrid, viernes 22 de Julio – Son las tres de la tarde y echado sobre una de las camas del Hostal Salamanca, me dispongo a ver las últimas rampas que llevan a la cima del Alpe D´Huez (aún se llevará un tiempo). Y aprovecho, de paso, para descansar tras las cuatro horas de viaje y mentalizarme para lo que realmente hago en Madrid.
Oslo, viernes 22 de Julio – Tres de la tarde y todo en la ciudad de la paz, en la ciudad donde nunca pasa nada, sigue sin pasar nada. Todos sus ciudadanos, todo el planeta es ajeno a posibles fracturas emocionales. A rupturas de un sistema digno de alabar y que todo el mundo envidia. Un lugar donde la paz y el bienestar, viven por encima de todo.
Mi paz y bienestar eran como la de esos noruegos o ciudadanos del mundo que allí residen. Nada podría alterar mi sistema nervioso, nadie vendría a hacer cambiar mi estado de felicidad, aunque no estuviera en Oslo o a lo sumo, en Noruega.
Madrid, viernes 22 de Julio – Las siete de la tarde. Todo ha acabado: el espectáculo de Contador, mi descanso y la paz en Oslo (soy ajeno totalmente). Emprendo mi camino hasta el infierno, sé lo que puedo encontrar, pero no de que forma. Llego a la puerta y veo que en la sartén hirviendo todo es muy puntual, exageradamente puntual (lo veo perfecto) y tempranero (no me gusta tanto), pero no hay nada perfecto en este mundo imperfecto.
Oslo, viernes 22 de Julio – Siete de la tarde. Aún ajeno, siguen sin llegarme esas ondas expansivas o zumbidos de bala. ¿Cómo?, si estoy en el paraíso, pero que en breves momentos, me desvestiré de él. ¿Cómo?, si es impensable que nada, ni nadie pueda alterar despojando de sus vidas esa alegría, tranquilidad y frialdad que habita dentro de ellos.
Madrid, viernes 22 de Julio – Salgo del infierno (once de la noche), donde para mi ha sido todo un paraíso musical. He sentido y visto las ondas magnéticas de Karma To Burn. Magnífico Stoner-rock metalizado que ha servido como gran entrante para el éxtasis de intensidad, oscuridad y brutalidad que estaba por venir.
Si, he visto a Neurosis. Más de una década sin pisar tierras españolas y tengo que confesaros, que el infierno, no es tan diabólico, cuando se os sirve de manera especial, única e irrepetible. No hay infierno malo, cuando a pie de tierra, todo es dolor, sufrimiento y lágrimas. Neurosis demostraron ser lo que son en el mundo del metal, hoy día. Nos quemaron la piel, perforaron nuestros oídos, secaron nuestra piel y rompieron nuestras cervicales. Nos tuvimos que rendir.
Madrid/Oslo – 23 de Julio – Nueve de la mañana y habiendo sido escupido a la vida real, me encuentro con la actualidad más terrorífica, angustiosa, amarga, dolorosa e inconcebible. De cintura para arriba, he dejado de existir, no me encuentro bien, este no es mi cuerpo. Y mis ojos, lo único servible y ojalá los hubiera mantenido en el letargo, leen el terrible y espantoso atentado en Oslo y la isla de Utoya del día anterior. ¿Fue una señal tanta paz, placer y vivencias casi exóticas, lo de mi día en Madrid y la vida de y en Noruega?
¿Fue “Neurosis” que en términos clínicos psicológicos viene a referirse a trastornos mentales que distorsionan el pensamiento racional y el funcionamiento a nivel social, familiar y laboral adecuado de las personas, lo que tuvo Anders Behring Breivik, la tarde del 22 de Julio? Alterando la vida de por vida, de Noruega y de los familiares, principalmente, de los noventa y dos fallecidos, terriblemente cosidos a disparos, unos, y explosionados, otros.
Del paraíso al horror. De un defectuoso mundo que a veces te da pequeñas alegrías o te hace vivir en armonía, para volver rápidamente a sus grandes agonías. Todas provocadas por el ser más terrible, normalmente; con ideologías que se alejan de lo normal, una creencia religiosa peligrosa y con muchas ganas de poder.
Escrito para Teleprensa.es/murcia
Oslo, viernes 22 de Julio – Tres de la tarde y todo en la ciudad de la paz, en la ciudad donde nunca pasa nada, sigue sin pasar nada. Todos sus ciudadanos, todo el planeta es ajeno a posibles fracturas emocionales. A rupturas de un sistema digno de alabar y que todo el mundo envidia. Un lugar donde la paz y el bienestar, viven por encima de todo.
Mi paz y bienestar eran como la de esos noruegos o ciudadanos del mundo que allí residen. Nada podría alterar mi sistema nervioso, nadie vendría a hacer cambiar mi estado de felicidad, aunque no estuviera en Oslo o a lo sumo, en Noruega.
Madrid, viernes 22 de Julio – Las siete de la tarde. Todo ha acabado: el espectáculo de Contador, mi descanso y la paz en Oslo (soy ajeno totalmente). Emprendo mi camino hasta el infierno, sé lo que puedo encontrar, pero no de que forma. Llego a la puerta y veo que en la sartén hirviendo todo es muy puntual, exageradamente puntual (lo veo perfecto) y tempranero (no me gusta tanto), pero no hay nada perfecto en este mundo imperfecto.
Oslo, viernes 22 de Julio – Siete de la tarde. Aún ajeno, siguen sin llegarme esas ondas expansivas o zumbidos de bala. ¿Cómo?, si estoy en el paraíso, pero que en breves momentos, me desvestiré de él. ¿Cómo?, si es impensable que nada, ni nadie pueda alterar despojando de sus vidas esa alegría, tranquilidad y frialdad que habita dentro de ellos.
Madrid, viernes 22 de Julio – Salgo del infierno (once de la noche), donde para mi ha sido todo un paraíso musical. He sentido y visto las ondas magnéticas de Karma To Burn. Magnífico Stoner-rock metalizado que ha servido como gran entrante para el éxtasis de intensidad, oscuridad y brutalidad que estaba por venir.
Si, he visto a Neurosis. Más de una década sin pisar tierras españolas y tengo que confesaros, que el infierno, no es tan diabólico, cuando se os sirve de manera especial, única e irrepetible. No hay infierno malo, cuando a pie de tierra, todo es dolor, sufrimiento y lágrimas. Neurosis demostraron ser lo que son en el mundo del metal, hoy día. Nos quemaron la piel, perforaron nuestros oídos, secaron nuestra piel y rompieron nuestras cervicales. Nos tuvimos que rendir.
Madrid/Oslo – 23 de Julio – Nueve de la mañana y habiendo sido escupido a la vida real, me encuentro con la actualidad más terrorífica, angustiosa, amarga, dolorosa e inconcebible. De cintura para arriba, he dejado de existir, no me encuentro bien, este no es mi cuerpo. Y mis ojos, lo único servible y ojalá los hubiera mantenido en el letargo, leen el terrible y espantoso atentado en Oslo y la isla de Utoya del día anterior. ¿Fue una señal tanta paz, placer y vivencias casi exóticas, lo de mi día en Madrid y la vida de y en Noruega?
¿Fue “Neurosis” que en términos clínicos psicológicos viene a referirse a trastornos mentales que distorsionan el pensamiento racional y el funcionamiento a nivel social, familiar y laboral adecuado de las personas, lo que tuvo Anders Behring Breivik, la tarde del 22 de Julio? Alterando la vida de por vida, de Noruega y de los familiares, principalmente, de los noventa y dos fallecidos, terriblemente cosidos a disparos, unos, y explosionados, otros.
Del paraíso al horror. De un defectuoso mundo que a veces te da pequeñas alegrías o te hace vivir en armonía, para volver rápidamente a sus grandes agonías. Todas provocadas por el ser más terrible, normalmente; con ideologías que se alejan de lo normal, una creencia religiosa peligrosa y con muchas ganas de poder.
Escrito para Teleprensa.es/murcia
1 comentario:
Terrorífico Alex, desgraciadamente terror del que no se recuepra uno y del que parece tener una imposible erradicación.
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