miércoles, 6 de julio de 2011

Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos - Zhang Yimou (2009)


La carrera de Zhang Yimou está más que avalada con trabajos de la categoría de “El camino a casa” (2000), “Hero” (2002), “La casa de las dagas voladoras” (2004), y “La maldición de la flor dorada” (2006). Estos, de su última etapa, pero no puedo dejar de mencionaros títulos como “Sorgo Rojo” (1987),  La semilla de Crisantemo“ (1989), o “La linterna Roja” (1991). Películas galardonas en varios de los festivales más importantes del planeta. Yimou, fotógrafo aparte de director, ha dotado a muchas de sus historias de una bellísima e impecable fotografía, llegando incluso, a dañar la vista del preciosismo que derrocha.

Es imperdonable no comenzar hablándoos (si decidís verla) que el apartado técnico, ya sea la dirección, fotografía, iluminación, sonido, etc., como el aspecto visual, son de tal magnitud, que llegas a esa fase emocional, donde puedes fantasear con sus noches, sus paisajes, sus colores y su brutal belleza, a veces a cámara rápida, otras, ralentizada. No estaría bien no deciros, que sólo por esto, merece ser vista. Tú, de ojos tristes y vida gris, necesitas una bofetada de fideos chinos para alegrar ese estado senil.

Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos” es un remake de la famosa película “Sangre fácil” (1984), de los hermanos Coen, cuya historia se traslada en este caso a China, donde el triste Wang es dueño de un bar de tallarines en una ciudad perdida. Su mujer tiene una aventura con un empleado en el bar, un hombre tímido llamado Li, que, muy a pesar suyo, debe esconder la pistola que su amante compró para matar a su marido. Pero Wang les observa y soborna al agente de policía Zhang para matar a la pareja. Sin embargo, nada es lo que parece, el plan perfecto se torcerá, la sangre correrá y la violencia hará de las suyas…



Y tanto que se torcerá el plan… hasta el punto de sentirte (tú) un nuevo personaje más dentro de esta historia, con ganas de enderezar por lo menos sus papeles, ya que la historia, desde pronto empezará a oler a absurdo. Y no porque sea absurda debe de ser mala, hay que saber distinguir. Todo depende de cómo hayas pasado el día y posiblemente y principalmente, según los gustos y las ganas que  tengas de ir engullendo poco a poco, una historia tan  peculiar. Como digo, un trabajo desatinado en su parte argumental y unos personajes, sin una definición ni precisa, ni exacta. Actores algo perdidos entre tanto fideo y retales de ropa (full de colores), más bien sacados del baúl de Aghata Ruiz de la Prada (y sin ofender). 



Asistiremos a una trama que se irá enredando como un tallarín en tu tenedor, de manera incomprensible e irrisoria. Sorprendentemente, seremos testigos de una cadena de sucesos que claman al cielo de los ingenuos y a la vez, del absoluto desconocimiento. Por momentos, seremos el amante, el policía o la mujer del jefe… o el propio jefe. Pero nunca te declinarás sobre uno/a en concreto, porque no hay por donde atraparlos. No te atraen, no te enganchan, no te seducen. El jefe del restaurante que soborna al policía para descubrir posibles engaños de su mujer con uno de los obreros. La mujer de éste, que compra una pistola y no para tenerla colgada en la pared. Li, el amante, con más miedo en las piernas que en el corazón, no sabrá ni mantenerse de pie, aunque, asombrosamente, tendrá una labor vital. El policía, cegado y enneciado con la pasta, pero esta vez hablamos yuans del jefe. Y los otros dos cocineros, en su mundo y con sus “cuentas”.

Y de un granito de arena, o, de una pequeña bola de masa, pasará a convertirse, como en una de las primeras secuencias. En una gran masa que acaba frita y preparada para ser comida… o escupida. Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos, de lo absurda que puede llegar a ser, de carecer, creo, de ese humor negro de su original, pasa a ser una broma aceptable. Impecablemente dirigida, visualmente mágica y de un “sonido”, que insonoriza todo lo demás. Pero nada más.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Yo no puedo estar más de acuerdo en la magistralidad que destila cada escena conseguida por este poeta del cine, pero también diré que tanto de Sangre Facil como de este surrealista y circense (por que esto es casi una obra de teatro) remake de Yimou me declaro talifán absoluto.

kuro dijo...

Si, una obra de teatro con un impresionante mobilario y una coreografía que se sale del escenario. Su belleza cautiva. A mi, me dejó fascinado.

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