La contundente ganadora del Festival de Sitges 2009, Moon (Mejor película, Mejor actor, Mejor guión y mejor diseño de producción), es la primera película de Duncan Jones (Hijo de David Bowie) y escrita por el primerizo Nathan Parker basándose en una idea del propio Duncan. Moon nos cuenta la historia de Sam Bell (Sam Rocwell) enviado a la Luna por un periodo de tres años, lo que su contrato reflejaba para una serie de investigaciones y pruebas, con el fin de de mandar helio 3 a la Tierra, la nueva fuente de energía de la que se vale el ser humano. Cuando apenas quedan dos semanas para su regreso a casa, Sam comienza a experimentar extrañas sensaciones, llegando al punto de ver visiones que van deteriorando poco a poco su estado mental y físico. En una de las salidas a suelo lunar para inspeccionar la maquina encargada de recoger tan preciado suministro, ocurrirá algo que cambiará por completo su futuro más próximo.
Moon es pura Ciencia Ficción, demostrado queda en cada una de sus secuencias, planos, imágenes, música, etc… Duncan Jones se mueve a la perfección en este terreno demostrando que tiene un gran futuro dentro de este campo. Moon, aparte de regalarnos momentos mágicos, nos obsequia con miradas al “pasado” de la Sci-Fi. Gerty, la maquina que acompaña al impresionante Sam Rockwell en esta aventura tan desquiciante como sofocante, nos recuerda a Hall 9000 de 2001: una odisea del espacio. Y también, Solaris de Andrei Tarkovsky, otro gran referente.
La película produce aflicción, de ritmo flemático e incertidumbre. Una inquietud por saber el resultado final si Duncan y su amigo Nathan no hubieran hecho a “x” duración del metraje, lo que hacen. No sé, pero pienso que no es lo correcto.
Moon es una buena película, una muy correcta producción y elaboración en general del todo el film. Yo tengo ese pero (el que comentaba antes) pero aún así, es una película que no debe de perderse nadie que sea amante del cine y sobre todo, del cine de Ciencia Ficción. Duncan nos regala momentos cargados de una belleza visual incuestionable, como incuestionable, cada uno de los minutos en los que podemos ver a Sam Rockwell en pantalla.
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