viernes, 4 de noviembre de 2011

Pelear o cambiar.


Aquí tenemos al gran combatiente del Vietnam, aquí tenemos y ahora sí, al peleante y por eso, una artículo que le dedico a él y a su compañero de batalla, pero en el otro frente.

Señor Rubalcaba, me pides que pelee por lo que quiero y ya te digo yo 2C que Desde que sé enlazaR estas palabras y ver o cOmprender su significado, no dEjo nuncA que mi lema no sea otrO que el pelear. Supongo que cuaNdo hablas de pelear, hablas de dejarse la piel, el alma y la vida por lo que quieres, porque si no, ¿para que vas a hacerlo? Igual exagero y me comparas con Israelíes y Palestinos que esto lo suelen llevar hasta el extremo de morir, pero ellos no conocen otra forma de pelear por lo que quieren o sienten, me temo yo. Si no, cómo es posible que dure el último alto el fuego apenas unas horas y de resultado tengamos nuevamente más victimas? Cómo es posible que se quiera hace una manifestación por la Paz en Bilbao y Bildu consiga que no se realice? Han peleado verdaderamente? ¿O han vuelto a salir las mágnum de calibre 9 por encima de la cintura?

No me gusta hablar, ni escribir sobre este tema porque considero estar malgastando mi tiempo. Que es necesario, pues a mi no me apetece o hace falta llenarme la cabeza de mentiras, tonterías e increíbles y nada comprensibles reglas que se deciden hacer en este país para –se supone o entiende- una posible mejora. Pero viendo detrás de ti ese cartel con las palabras claves de tu campaña “pelear por lo que quieres”, me han hecho dedicarte a mi manera, lo que para mi significan, porque “sumarme al cambio” como dice el Señor Rajoy, pues como que no, prefiero luchar antes de cambiar. Luchando conseguiré lo que quiero y ya veré el cambio. Ni contigo, ni con él comparto mi lucha y futuro cambio de las cosas que mi alrededor van sucediéndose con el paso de los días. Porque peleo desde que me levanto, primero yendo a trabajar al cada vez más escaso empleo laboral y del que alguna vez, he salido lesionado –fíjate si peleo-. Seguirá mi pelea con la comida de mi madre, hermana o padre, porque a veces, no me gusta tanto como yo quisiera, pero esta pelea siempre debe quedar en paz. Me peleo con la ducha, la poca fuerza de agua que sale y por supuesto, me deshago a hostias con la cal que hay en el agua de mi pueblo. Peleo con mi sueño, con mi cama, con la silla donde me siento a estudiar y luego con la que me siento a escribir esto y otras cosas. Y continuo peleando hasta que mi cabeza dice, David, basta. Porque resulta, que mi vida es como un “todos contra todos” de la famosa lucha libre americana.

Si, desde que sé que luchando se consiguen las cosas, ese es mi lema. Y si hace falta, paso por encima de todo y todos, como Israelíes y Palestinos. Y jamás me daré por vencido, nunca daré un paso atrás, igual una pausa para ver que sucede en el frente, pero siempre la cabeza bien alta y con honor, como el mejor batallón de samuráis armados de sus preciosas y poderosas katanas. La vida es una pelea continua en la que vas dejando atrás enfrentamientos diarios con seres queridos o materiales podridos. La vida está hecha para sufrir y pelear, pero no porque tu me lo pidas, sino porque así me sale. Y ahora, desde hace unos meses y aquí te puedes perder un poco si no conoces los rincones más fantásticos del cerebro humano, estoy de lleno en la pelea más dura a la que jamás me he enfrentado. Tranquilo, no se trata de ningún juego para cualquier tipo de consola. Sino, intentar traer junto a mí, peleando hasta morir si hace falta –ya lo decía el drogas de Barricada- una chica de otro planeta junto a mi.

Yo ya peleo, Rubalcaba. Yo ya cambio, Rajoy. Incluso peleo porque vuestros sueldos vitalicios puedan ingresarse en las cuentas de los más necesitados. Yo, ni vuestro dinero quiero, me basta con esta chica y su ansiada esperanza.

Foto tomada del diario El País.

1 comentario:

Sombra dijo...

Un tema del que no me gusta hablar u opinar, porque la opinión es como el culo, que todos tenemos uno y a los demás les apetece a veces patearlo.

Pero la verdad es que llegamos a un punto en el que de un modo u otro tenemos que decir que hasta aquí llegamos y es este. Esta gente con sus sueldazos, sus contactos, sus tratos y sus negocios se supone que están ahí porque todos les pagamos y parece que olvidan que nosotros somos los que mandamos, porque si contratas a un albañil para que te alicate el baño, no le permites que te ponga moqueta ¿no? Entonces, ¿Porqué olvidamos que a esta gente le pagamos el sueldo para que nos sirvan y no para que nos digan lo que tenemos que hacer para que ellos y sus amigos mantengan su ritmo de vida lejos de no llegar a fin de mes?

En fin, que ya he escrito demasiado de esto.

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