La penúltima entrada que compré para el Festival de Sitges`11 y empujado desde la distancia por mi amigo Alex Caballero -gran amigo donde los haya-, fue para la película que finalmente resultaría ser la ganadora del premio al mejor guión. Película y ya lo dejo bien claro, que no es nada del otro mundo, pero que sus últimos quince minutos son un jodido desconcierto, enfermedad, malestar y sangre, que hará que se te arregle la noche, el día, la tarde o cuando quieras o puedas verla. Eso tenlo muy claro y seguro. Pero espero que no seas un espectador o espectadora débil de la azotea principalmente.
El trabajo de McKee llevando a la gran pantalla la novela de Jack Ketchum y co-escrita por ambos, ha dado como resultado una cosa que nos vemos, pero que empieza así. Después de sobrevivir durante décadas escondiéndose en la costa Noreste de los Estados Unidos, una familia de salvajes caníbales acaba siendo masacrada por la policía. Sólo uno de sus miembros logrará escapar: una chica malherida que intentará pasar sin ser descubierta. Continua así. Sin embargo esto no será posible: el abogado Chris Cleek, un aficionado a la caza, la capturará después de sorprenderla escondida en un bosque cercano a su casa de campo. Y termina o terminará, ya lo dijo en su presentación el Señor encargado de hacerlo, como tu mente me sepa asimilarlo. Porque a veces, el terror no es el que se, sino el que no vemos y si que sentimos en lo más profundo, añado yo.
Modélico padre éste Cleek con un aspecto alejado de cualquier tipo bestia, salvaje, animal, loco o enfermo, de familia cuyas virtudes serán puestas a prueba tras este encuentro y que pese a la violenta actitud de esta –la chica cazada-, Christopher intentará civilizarla –por llamarlo de alguna manera-, arriesgando las vidas de su propia familia, que pronto descubrirá lo que se oculta tras esta mujer y nosotros detrás de todos… que muy pronto veremos lo machista y asqueroso que puede llegar a ser y que muy pronto, seremos testigos y manteniendo aún la frialdad de no saber con lo que nos vamos a topar. Un gran hijo de puta que hará de la chica, metiéndola en un sótano a escasos metros de la vivienda familiar, un mero entretenimiento pasado por sufrimiento, dolor, vergüenza y áspero trato que llegará hasta situaciones que aquí no voy a comentar para no aguaros la fiesta. Curioso, pero una vez más, el ser humano es más vil que cualquier otra especie de la tierra, aunque en este caso, se trate también de otro humano, deshumanizado por culpa de otros humanos anteriormente y así la pelota rueda y rueda sin parar. ¿En que mundo vivimos? Mucho cuidado con tu vecino o vecina, su hijo o hija, la abuela de abajo, el que viene arreglar el ascensor, como el mozo viejo del primero que se sube a la terraza a tomar el sol cuando lo único que cae del cielo son lanzas cargadas de odio y violencia, placer y siniestralidad.
Con el paso de los minutos, con la llegada de algo que esperas, pero no sabes a ciencia cierta qué es –gracioso estaría-, el cuerpo y ya haréis la prueba, empieza a intranquilizarse. La mente comienza a revolucionarse, porque ves que la trama empieza a cargarse de un ambiente malsano y nosotros sin percatarnos de esa olla express que estaba a punto de reventar, ya que ha estado hirviendo durante mucho tiempo y ese ruido de la turbina, ha perforado, incluso, lo imperforable. Va a explotar en cuestión de segundo La señora de Cleek lo vivirá por todos nosotros psíquica y físicamente. Posteriormente y después de unos minutos brutalmente crudos por sus diálogos. Somos testigos del caldo que hervía durante tanto tiempo, explotando con unas brutales secuencias que te dejan seco por su impacto emocional y violencia sin fin.
¿Qué significa esta película para ti?
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