El último trabajo del manchego
Pedro Almodóvar está dando que hablar y que leer. Ya en Cannes`11 todo el público
asistente se levantaba para aplaudir una vez más finalizada la cinta de este
curioso director español. Todos pensábamos nuevamente que sería galardonado con
algún premio importante y también –yo lo hice- pensar, que carajo tienen las
películas de Almodóvar que tanto gustan a Francia, Alemania, Usa, etc.
Nuevamente, a película estrenada, premios al canto, pero esta vez no fue así.
Al final, todo quedó en un aviso y junto con otros estrenos mundiales que se
vieron en Cannes`11, esperaríamos ansiosos a los meses de Septiembre, Octubre, Noviembre…
para ir viendo esos merecidos aplausos, elogios o críticas en contra.
Pasaron esos meses y me encuentro
con “La piel que habito” vista, “El árbol de la vida” en unos días y “Melancholía”
a falta de un par de meses más. Por no hablar de otros muchos estrenos que uno
desea ver. Pero centrándome en el trabajo de Almodóvar y su peculiar visión del
cine. Hablaré brevemente de su último injerto, y avisándoros, que es la segunda
película que me digno a ver de este Señor.
Y para hablar bien o mal de una
película, creo, que no hace falta en muchos casos –en otros si- haber visto la
filmografía entera de dicho director. Una nueva idea, otro proyecto más,
diferentes campos o géneros, etc. Y muy
diferente, es hablaros de lo que si que he visto y me ha parecido esta “La piel
que habito”. Sinceramente, me asusto
muchísimo de todos esos críticos especializados que suben al cielo esta cinta y
me da respeto, pero que no comparto, la critica no especializada de los que
hablan de la última película de Almodóvar como una nueva obra maestra del
director manchego. De verdad, me pasma pensar que es lo que realmente han visto
en esta nueva historia tan mal contada, con diálogos vergonzosos e irrisorios,
personajes muy mal trabajados y algunos de ellos, que ni tenían que haber
aparecido. Son dos horas de una copia desmesurada de muchas otras películas que
al manchego le gustan y ha querido plasmar en su historia. Pero con la poca
fortuna de no conseguir, ni convencerme en nada. Clichés y más clichés es “La
piel que habito”. Una historia sin pies, cabeza y por supuesto, sin piel. Pero
leyendo –como decía más arriba- otras criticas, igual Pedro buscaba esto
precisamente. Posiblemente quería lograr esa no correcta estructura de
diálogos, secuencias, escenas, personajes y dejándolo todo un poco acaso hecho, como viniera. Cosa, que a
mi me extraña.
Almodóvar en su nueva operación
quirúrgica nos mete de en el quirófano, nos
tumba en la camilla de operaciones y nos cuenta como Robert Ledgard
(Antonio Banderas) distinguido cirujano plástico dedica años de estudio y
experimentación a la elaboración de una nueva piel con la que haber podido
salvar a su mujer tras unas quemaduras sufridas después de un accidente de
coche. Se trata de una piel sensible a las caricias, pero que funciona como una
auténtica coraza contra toda clase de agresiones, tanto externas como internas.
Para poner en práctica este hallazgo es preciso carecer de escrúpulos, y
Ledgard no los tiene. Pero, además, necesita una cobaya humana y un cómplice.
Marilia (Marisa Paredes), la mujer que lo cuidó desde niño, es su cómplice más
fiel: nunca le fallará. El problema será encontrar la cobaya humana.
Y Almodóvar contar cuenta esto, pero su realización es totalmente errónea a la hora de querer mostrárnoslo en imágenes. Sin ritmo, coherencia y estilo –se lo ha debido dejar en otros trabajos-. El principal problema sería su guión que debió escribirlo con dolor de muelas, porque me reitero, acepto dejadez, cosas o diálogos absurdos en proyectos que si puedan llevar esa etiqueta antes de sentarte a verla. Pero no en “La piel que habito”, donde se trata de un género e historia, que no le ayuda en nada todo lo anterior para conseguir ser un producto serio y de renombre. Como decía, algunos diálogos son de auténticos niños y sus típicas jergas. Diálogos tan poco creíbles que, sinceramente, te hacen pensar si de verdad esto es un guión serio, de un Señor que anda sobre alfombra roja por donde pasea. Siguiendo con Banderas, nefasto en la totalidad de metraje. Marisa Paredes, ¿que hace en esta película? Elena Anaya, gracias que está muy guapa y un tipo que se hace pasar por brasileño, que creo, se tuvo que colar en el rodaje y a Almodóvar poco le tuvo que importar. Luego está Eduardo Fernández, gran actor, pero aquí de poco peso o ninguno. Como es el caso de José Luis Gómez, Fernando Cayo, Bárbara Lennie y Susi Sánchez. O el desafortunado amigo/a Vicente/Vera Cruz.
Podría salvar su estética de
colores y decorados, cosa que si que me ha gustado. Salvo su idea, que me llama
la atención y gusta bastante por lo cruda y morbosa, a la vez, que es para
nuestro Banderas principalmente –por la morbosidad-. Como hacer una grandísima
excepción en “La piel que habito” y aplaudir rotundamente la composición de
Alberto Iglesias. Totalmente grandiosa su música, que te tiene y esta sí,
enganchado al film.
El manchego de pelo casi a lo
afro ha bebido, comido y fumado de grandes directores y de grandes clásicos, pero
ha metido la pata bien adentro, haciendo de una gran idea, un producto
totalmente fallido.
Un apunte más. Nadie es perfecto
y si se hace un trabajo malo, es malo. Sea nuestro padre el que dirige.
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