Avisado y requetavisado estaba mucho antes de que me decidiera finalmente a verla. Para mi amigo Alex, la película, perdón, el peliculón del año. Para Jaime, una increíble sorpresa que lo dejó sin claras definiciones sobre lo que acaba de ver y después escribir. A Josu, le decía que ya daba igual lo que me quedara por ver, porque para mí, queridos y queridas lectores y lectoras, para mí, la verdadera y auténtica prueba de que el cine es magia y te hace soñar, está escrito en Drive.
Drive de Nicolas Winding Refn no es sólo la película del año, es o va mucho más allá de esta simple o compleja etiqueta. Drive, una historia sencilla, pero que su director ha sabido -y encargado- de maquillar de manera asombrosa con un estilo visual que te petrificará, una narración que corta el hielo y una banda sonora elegida con una increíble elegancia y precisión, que de la sencillez entonces, pasamos al éxtasis cinematográfico total y absoluto. Y todo desde el segundo uno hasta el oscuro final, desde la emoción al llanto, desde la vida a la muerte… Drive es un claro ejemplo de lo que se podría llamar auténtico cine, ya sabéis, poco diálogos y que las imágenes y tu mente, vayan montado la historia como más placenteramente se pueda o quiera. Dejarse llevar.
Winding Refn con algunas propuestas más que interesantes a su espalda ya, y dejando más que patente un estilo propio (“Bronson”, “Valhalla Rising” o cualquiera de las tres partes de “Pusher”), se eleva por el mismo, porque yo ya lo tengo en el olimpo, a peldaños dentro de esta industria, muy altos. Con Drive (premio a mejor director en el último festival de Cannes entre muchos premios más en diversos festivales), Refn nos demuestra con elegancia y sabiduría lo grande que se puede llegar a convertir cualquier cosa. Cogiendo un poco de aquí y otro poco de allá. Eligiendo un reparto tan grandioso como maravilloso al que se le dice lo justo para que hagan barbaridades delate de la cámara. Una banda sonora que hace que tu vello se descontrole y que tus ojos, casi lloren. Drive está llena de secuencias imposibles de olvidar, es más, llegarás a soñar con ellas. Es más… Drive te escandalizará.
Drive se resume rápida y fácilmente en pocas líneas, como su sinopsis, vamos. Driver (Gosling) durante el día es conductor especialista de cine, pero, de noche, trabaja como chófer para delincuentes. Shannon (Cranston), su mentor y jefe, que conoce bien su talento al volante, le busca directores de cine y televisión o criminales que necesiten al mejor conductor para sus fugas, llevándose la correspondiente comisión. Pero el mundo de Driver cambia el día en que conoce a Irene (Mulligan). Decir que sucumbí ante esta chica.
Y tanto que cambia, y por supuesto que cambia la vida de Driver y la tuya, porque no os voy a desvelar nada de la trama, más lejos de lo que acabáis de leer. Porque quiero que vuestro estado vaya cambiando, según conozcáis a Mulligan, según conozcáis a Driver y según vayáis conociendo minuto a minuto lo que se esconde tras este regalo tan especial como increíble que el danés ha regalado al mundo del séptimo arte. Es inconcebible que un cinéfilo no la vea, que le guste, es otra cosa, pero que la vea y observe como lo hace Gosling en la película. Porque en Driver, lo que funciona son las miradas, secuencias y música. Porque se carece en gran parte, de diálogos que únicamente destrozarían su belleza si existieran. Porque Refn nos alimenta, como decía antes, de las dosis que el auténtico cine sabe servir de vez en cuando. Frente a frente, la película y tú, nadie más en la sala. Su música y tus estímulos. Su guión y tus sentimientos. Gosling, Mulligan, Drive y la increíble y sorprendente verdad, de levantarme del sofá lleno de emoción y agitación. Impulsado, lanzado al centro del salón cuando aún quedaban muchos minutos de auténtica pasión, pasión por el cine, amor por Drive.
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